Garcia, Leon

El Reverendo Leon Garcia era un clérigo de color, que tenía su base de operaciones en Harlem, uno de los barrios mas deprimidos y con una tasa de delincuencia mayor de Nueva York, donde espera servir de inspiración a los jóvenes y apartarlos del mal camino.

En cierto momento, el Reverendo visitó la comisaria de policía donde se reunió con el Comisario Martin, el clérigo venía a solicitar que algún miembro de la policía visitara el Club social que planeaba abrir para que les diera una charla a los jóvenes esperando que sus palabras les sirvieran de inspiración. El comisario aceptó y creyó tener al hombre adecuado que no era otro que el patrullero Steve Rogers, el cual era en realidad el Capitán América, infiltrado con su aspecto de civil entre las fuerzas del orden, para investigar las misteriosas desapariciones que estaban teniendo lugar en la zona. El Reverendo se reunió con el patrullero y este se mostró encantando de ayudar a Garcia cuando este necesitara su ayuda.

Poco después, el Reverendo Garcia estaba paseando por las calles de Harlem, y a pesar que era una zona poco recomendable el clérigo no corría peligro puesto que era una persona respetada en el barrio. No así otros, en especial si se trataba de fuerzas del orden, como pudo comprobar el Reverendo Garcia cuando unos jóvenes de color atacaron a un patrullero de la policía de Nueva York. El clérigo temió que los jóvenes dañaran al policía pero lo que Garcia desconocía, era que el policía no iba a tener problema en librarse de sus atacantes.

El Reverendo Garcia interrumpió la pelea en la que los jóvenes estaban siendo apalizados, y al ver al clérigo huyeron del lugar, Garcia pidió disculpas al patrullero y le rogó que no denunciara a los atacantes, afirmando que se trataba de jóvenes que necesitaban guía y no un castigo. El patrullero, aceptó sus palabras y le prometió que no presentaría cargos tras lo cual ambos se despidieron en términos amigables pero apenas se separaron, el Reverendo fue objeto de un ataque por parte del misterioso atacante de Harlem que no era otro que la Gárgola Gris, que usó su toque para convertir a Garcia en una estatua de piedra.

Por fortuna el Capi todavía no se había alejado todavía del lugar y oyó el sonido del ataque y tras enfundarse el traje de aventurero marchó al lugar, encontrando a la Gárgola Gris y a las otras víctimas del villano, dando comienzo una pelea en que Duval logró escapar, después de entretener al Capi arrojando la estatua del Reverendo desde gran altura, siendo que si la estatua se rompía el Reverendo moriría. El Capi, ayudado por el Halcón, logró salvar la estatua aunque el villano logró escapar, por suerte, al pasar cierto tiempo sin que la Gárgola Gris volviera a tocar las estatuas, estas volvieron a su estado humano y el Reverendo volvió a la normalidad, aunque hubo de ser hospitalizado para que se recuperara.

Mientras se recuperaba, el Reverendo Garcia recibió la visita del comisario de policía que acudió a ver como se encontraba una figura tan destacada de la comunidad y además, para averiguar si el clérigo sospechaba de la doble identidad de Rogers, aunque Garcia, que no sabía nada de su rescate por parte del Capitán América, solo recordaba que el patrullero Rogers era una buena persona y amiga del pueblo de Harlem. Mientras ambos estaban reunidos, Garcia recibió la visita de Leila Taylor, una joven activista del guetto que también acudió a ver como se encontraba el sacerdote, al ver al comisario, le advirtió que en el barrio corría el rumor que el patrullero Rogers había apalizado a Garcia y que en caso de confirmarse, se producirían algaradas.

El Reverendo Garcia intentó convencerla que no había sufrido daños a manos de la policía y que el patrullero Rogers era una buena persona, y pensar que sus heridas habían sido causadas por las autoridades solo ayudaban a fomentar el odio y los prejuicios, sin embargo la joven se negó a creer las palabras del Reverendo Garcia y abandonó el lugar.

Ya recuperado, el Reverendo Garcia abrió un club social en pleno barrio de Harlem, donde los jóvenes pudieran reunirse y realizar actividades y de este modo apartarse del crimen y las drogas que inundaban Harlem. Sin embargo, las acciones del cura no eran bien vistas por todos los habitantes de Harlem ya que creían que Garcia era demasiado blando y servil con los blancos y no hacía suficiente por ayudar a su gente, incluyendo acciones violentas.

De este modo, cuando el Cráneo Rojo bajo una falsa identidad fundó la Milicia del Pueblo que alentaba los disturbios en Harlem entre negros y blancos, el Reverendo Garcia y su club social se convirtieron en un objetivo de las masas exhaltadas, de modo que un grupo de ellos marchó al lugar dispuestos a prenderle fuego. El Reverendo Garcia intentó detener a los atacantes pero estos lo redujeron con facilidad, afortunadamente, la llegada del Capitán América y del Halcón impidió que los vándalos destrozaran el lugar y posteriormente ambos aventureros detuvieron al Cráneo Rojo de modo que la tensión en el lugar disminuyó.

Cuando Sam Wilson se vio expuesto a un ataque que afectó su mente, liberando recuerdos de su pasado delictivo como “Snap” Wilson, sufriendo una crisis mental, la familia de Sam intentó contactar con el Reverendo Garcia para que lo ayudara, aunque no pudieron localizarlo puesto que al parecer estaba fuera de la ciudad. El hecho sin embargo, es que mientras Sam necesitaba ayuda, frente a él se presentó el Reverendo Garcia que logró convencerle que en realida era Sam Wilson, un hombre bueno y decente que no era ni el criminal “Snap” Wilson ni el reflejo de su padre, un religioso asesinado, ayudado por estas palabras, Sam logró recuperarse superando la crisis.

Dado que el Reverendo Garcia estaba fuera de la ciudad cuando se produjeron estos hechos, aun hoy en día se ignora si la ayuda del clérigo fue real o si solo fue producto de la imaginación de Sam. El hecho es que no han vuelto a tenerse noticias del Reverendo desde entonces.