Hecla

Hecla era un nativo de un planeta alienígena innominado pero que era un planeta próspero, una civilización con industria, agricultura y recursos que les permitía vivir desahogadamente, que vivía apaciblemente con su esposa e hijo. Cierto día, al planeta se produjo la llegada del ser extradimensional conocido como Yod exigió fidelidad a los habitantes del planeta que incapaces de defenderse, le juraron fidelidad pero aquello no bastó a Yod, que para asegurarse que sus esclavos no le desafiaran, les arrebató la industria y los recursos, rebajándoles y obligándoles a luchar por su subsistencia para evitar que se alzaran contra él.

Reducidos a sobrevivir, buscando alimento debajo de los hoyos de estiercol, Hecla y su familia malvivían en su puestogranja y mientras el cabeza de familia se contentaba con intentar cuidar y alimentar a su familia, tanto su mujer como su hijo no estaban dispuestos a tolerar el tiránico gobierno de Yod y cuando un día el ser supremo se presentó en el poblado exigiendo tributo, Hecla vio con horror como algunos se alzaban contra él, entre ellos su mujer e hijo que nada pudieron hacer ante Yod que los exterminó.

En cierto momento, al poco de tomar el control del planeta y cuando todavía existían nativos que tuvieran conocimientos técnicos, Yod obligó a un técnico nativo a crear un artefacto que le permitiera regresar a su hogar, pero esto iba mas allá de las capacidades del técnico que lo máximo que alcanzó, y solo gracias a que Yod le cedió parte de su magia, a crear un ingenio que permitía teletransportarse al sujeto que recibía los rayos emitidos por el artefacto, a aquel lugar que imaginara que fuera su hogar.

Cierto día, hasta el planeta llegó la aventurera terrestre conocida como Thor, exiliada de la Tierra tras un combate y que había perdido su martillo. Sin embargo, aún privada de su arma, Thor seguía siendo una héroe y aunque los nativos del lugar no estaban dispuestos a ayudarla, no era el caso de Hecla, que le habló de la existencia de Yod y sobre que tenía un artefacto que tal vez le permitiera regresar a su hogar, no dudó en emprender el peligroso viaje hacia la morada de Yod y Hecla, tal vez recordando a su mujer y como había preferido enfrentarse al monstruo antes que vivir sometida, aceptó acompañarla e incluso le fabricó un martillo de madera con la idea que si la recién llegada lo empuñaba, se sentiría mas segura.

Durante el viaje, Hecla entabló amistad con la recien llegada, ambos intercambiaron historias y el nativo llegó a considerar a su nueva amiga como un poco desequilibrada, sobre todo cuando se autodenominaba diosa. Finalmente, tras un largo y accidentado viaje, cuando Thor y Hecla llegaron a la montaña que servía de hogar a Yod, este usó su orbe de poder para transformarse en la enorme criatura que había sembrado el terror durante décadas en el planeta, enfrentándose a Thor a la que arrojó sus rayos sin saber que se enfrentaba a la diosa del trueno, a la que sus rayos no afectaban. Mientras la batalla tenía lugar, Hecla se introdujo en la guarida de Yod, descubriendo el artefacto que venían a buscar y tras hacerse con él, corrió hacia su amiga para entregárselo pero el monstruo, al ver al nativo, le lanzó uno de sus rayos dejándolo moribundo.

Thor arrastró a su amigo hasta la seguridad de una cueva y Hecla, sabiendose moribundo, urgió a Thor para que usara el rayo en ella y regresara a su hogar, pero la diosa del trueno decidió usar la única carga que tenía el artefacto, en su moribundo amigo. El aparato funcionó y si bien Hecla murió, su esencia fue a parar junto a su esposa e hijo fallecidos donde permanecieron durante toda la eternidad.