Niño Mar-Vell

El Capitán Marvel se reencarnó en la Tierra como niño Mar-Vell, mientras que su alma seguía atrapada en el Reino de los Muertos, como hijo de Adam Warlock y Ella. Reed Richards puso al niño Mar-Vell tras su nacimiento bajo la tutela de Namor y Agatha Harkness. Al cumplir tres años, el niño Mar-Vell fue llevado a Latveria por Ben Grimm, y resucitó a Susan Richards ayudado por un brazo de Reed, el poder de insuflar vida de Alicia Grimm y la gema alma de Adam Warlock. El Capitán fue su protector durante la primera parte de su búsqueda de poder. Puñal cedió la capa de su fallecido compañero, Capa, a Mar-Vell. La capa era necesaria para teletransportarse, y servía como enlace con el Reino de los Muertos.

Mar-Vell viajó junto al Capitán, el Rey Britania, Medusa y el Caballero Negro al Lugar Peligroso, en busca del Libro del Vishanti y el Darkhold, necesarios para crear la ilusión de la humanidad perdida en el Paraíso. Asimismo el guardián del Omniverso, Merlín, le proporcionaría gran parte de la omnisciencia, proporcionándole una gran ampliación a su consciencia cósmica. En la Tierra Salvaje, Ka-Zar y Shanna les condujeron al Limbo, donde recogieron anti-metal para formar el armazón del Paraíso, dentro de un campo de anti-materia: la Zona Negativa.

En Japón, Xen les proporcionó los diez anillos del Mandarín, junto con el Ojo y el Orbe de Agamotto, proveedores artificiales de conocimiento hasta que Mar-Vell alcanzase la verdadera omnisciencia. El Capitán América murió consiguiendo el portal interdimensional, necesario para trasladar a los difuntos del Reino de los Muertos al Paraíso. En Florida, y con nuevos aliados, Mar-Vell se hizo con la máquina creadora de emociones artificiales de Psico-Man. Esta máquina alegraría a los difuntos hasta que estos hallasen su propia alegría. En Egipto, se llevaron la piedra Khonsu de reanimación, necesaria para reanimar a los muertos y llevarlos al Paraíso. Pantera Negra le dio a Mar-Vell el Cubo Cósmico, que convertiría los más ardientes deseos de los habitantes del Paraíso en su propia realidad. Por último, el Nulificador Supremo, de manos de Uatu, el Vigilante, era necesario para destruir a la Muerte, convirtiéndola en una vía de escape al Paraíso. En la Zona Azul de la Luna, Mar-Vell acabó con la Inteligencia Suprema, liberando millones de almas Kree, que aumentaron su ejército en el Reino de los Muertos. En Wundagore, Mar-Vell encontró las máquinas del Alto Evolucionador, para transmutar difuntos en ángeles. El fragmento final de la omnisciencia fue encontrado en los ojos de Kyle Richmond, capaces de presenciar tanto el futuro como el pasado.

Mientras el Hombre Absorbente atacaba Nueva York, el niño Mar-Vell absorbió el poder cósmico de Estela Plateada. El poder fue excesivo para él, pero lo asimiló a tiempo para convencer a Thanos, que destruyó a la Muerte con el Nulificador Supremo. En ese momento su omnisciencia pasó a su yo difunto, mientras que el niño Mar-Vell quedó sin poderes en la Tierra como representante de la humanidad no mutada, mientras que el Capitán Marvel creaba el Paraíso y a la Hueste Vengadora.

La ausencia de la Muerte no acarreó un mundo perfecto, si no todo lo contrario. El equilibrio se había roto y los moribundos y aquellos que desaban morir no podían fallecer y estaban condenados a languidecer en agonía eterna. Por este motivo Mar-Vell decidió emprender la búsqueda de una nueva Muerte para evitar el sufrimiento de los vivos. Mar-Vell formó parte del grupo de héroes que viajaron hasta el pantano en el que Jude, el Hombre Entrópico permanecía cristalizado. Un grupo de Daredevils, Reed Richards, la Cosa y sus hijos, el Hombre Planta, Cíclope y Mar-Vell localizaron a Jude y Mar-Vell le suplicó, como último representante de los hombres, que regresara tal como había dicho que haría cuando la humanidad se lo suplicase.

Más tarde acompañó a varios héroes hasta la Zona Negativa para que Reed Richards pudiera acceder al Paraíso y comunicarse así con su otro yo, el Capitán Marvel. Presumiblemente, el Niño Mar-Vell regresó a la Tierra.