Garra

Nacido inhumano, una rama geneticamente mejorada de la humanidad, residente en la Luna, el Garra infante fue expuesto a la Niebla Terrígena. A resultas de esto, el proceso le dotó de una fisiología felina, superior a la humana. Garra pasó 10 años como trabajador-esclavo en las minas ubicadas bajo la ciudad de Attilan, como el resto de su raza. Pero a diferencia de los otros inhumanos, Garra era el único que no participaba en los "Dias de Libertinaje", otorgados por sus amos para que los inhumanos pudieran recrearse y así soportar su esclavitud el resto del tiempo, y además perpetuar la especie. Por ello Garra era el único inhumano que realmente ansiaba ser libre.

Finalmente su libertad le fue concedida cuando fue visitado por el Hechicero Supremo de su dimensión, Krugarr. Krugarr le confesó que le había estado observando, y le planteó la posibilidad de que fuera su discípulo. Garra aceptó sin dudarlo un instante. Garra pasó años entrenándose con Krugarr, aprendiendo las artes místicas. Al estar establecidos en Nueva York, Garra entró en contacto con los Comandantes, que luchaban por la ley y el orden en todo el antiguo continente americano. Garra comenzó a ayudarles, haciéndose amigo de varios de ellos.

Cuando los Guardianes de la Galaxia volvieron a la Tierra, Garra les observó y acabó bloqueando un disparo dirigido a Vance Astro en su primer encuentro. Cuando Vance corría peligro de morir, Garra pidió ayuda a Krugarr para que salvara la vida de Vance. Junto con los Guardianes de la Galaxia, combatió y derrotó a una banda rival, los Castigadores. Como resultado de la batalla se convirtió él mismo en un Guardián.

En sus primeras misiones como miembro de los Guardianes de la Galaxia combatió a Rencor y sus tenientes, y ayudó a salvar el planeta Centauri IV de Galactus. Garra pronto se haría amigo de Nikki, la Guardiana más próxima a su edad, y ella le contó el origen del grupo. Poco después viajó junto con los demás Guardianes al Siglo XX, donde contrajo la enfermedad de Gral. Luchando contra esta enfermedad, reveló a sus camaradas su herencia inhumana y los Inhumanos de este siglo intentaron hallar una cura para su mal. Tras ser curado, aún en el siglo XX, participó en la batalla contra los Señores del Mal y en un asalto al Mundo-Trono Badoon.

De vuelta al siglo XXXI, Garra y los Guardianes ayudaron a Krugarr a detener al Temible Dormammu, no sin que antes éste matara a su archienemigo Stephen Extraño, el Anciano y antiguo maestro de Krugarr. Como premio a su ayuda mística en el combate y a su entrenamiento, Garra recibió un amuleto con uno de los Ojos de Agamotto, que había pertenecido al Doctor Extraño.

Tras esto, los Guardianes volvieron a la Tierra, y encontraron a los Comandantes masacrados. Los Guardianes los vengaron, derrotando a los responsables, los ejércitos Retox del Doctor Muerte, y nuevamente a Rencor. Poco después, Garra decidió pedir a sus compañeros que fueran con el a la Luna a liberar a los Inhumanos de su esclavitud. Una vez en la Luna, se enfrentaron a los guerreros inhumanos de élite, que servían voluntariamente a su amo, Loki. Garra fue torturado por uno de ellos, Fobia, hasta que los Guardianes le liberaron, y derrotaron a los guerreros inhumanos y a Loki en Asgard. Los malhechores fueron exiliados por Odín, señor de Asgard, y los inhumanos por fin fueron libres.

Inmediatamente tras esta aventura, los Guardianes se vieron envueltos en un combate multiple entre Mefisto y su hija Malevolencia y varias entidades cósmicas. Durante el combate, Mefisto sintió las habilidades mágicas de Garra y lo capturó. Mefisto y su hija lo torturaron para que les diera su amuleto, pero Garra se negó, pese a que le hirieron gravemente en la espalda. Finalmente Garra consiguió escapar y reunirse con sus compañeros. Juntos lograron terminar el conflicto cósmico.

Las cosas siguieron yendo a peor para Garra cuando Rencor y sus tenientes atacaron a la comunidad inhumana, que después de siglos de esclavitud, no sabía ser independiente. Rencor y sus mutantes esclavizaron nuevamente a los inhumanos, y les obligaron a colonizar un nuevo planeta, Asilo II, y a servir a los mutantes como sus nuevos amos. Además, Rencor decidió que quería tener descendencia, y eligió a Garra como padre. Así, Rencor raptó a los Guardianes, y mientras sus tenientes distraían a los demás miembros, Rencor ató a Garra y lo violó. Cumplido su objetivo, Rencor permitió que Garra y los demás Guardianes se marcharan del planeta.

Tras estos sucesos, el carácter de Garra fue cambiando, volviéndose más indisciplinado, salvaje y arisco. Para curarse de sus heridas, Garra usó un reconstructor molecular, sin hacer caso de las advertencias de sus compañeros. Debido a un fallo del aparato, Garra fue curado, pero su cuerpo mutó. Se volvió más felino, más fuerte y se le agudizaron los sentidos, pero también se volvió aún más salvaje. Cuando Krugarr vino a observar el cambio y vio la nueva actitud de Garra, decidió que ya no era digno de portar el Amuleto de Agamotto, ni de ser su discípulo. A Garra no le importó, y trató de hacerse con el control de los Guardianes de la Galaxia, organizando un motín contra el Mayor Victoria. Aunque Garra no tuvo éxito, cuando el Mayor Victoria decidió aliarse con los peligrosos Ripjak y el Alto Evolucionador para detener los planes del genocida Bubonicus, sin consultar al resto de los Guardianes, la mayoría de Guardianes se marcharon durante la pelea, decidiendo tomarse un descanso y perseguir sus fines individuales, Garra entre ellos.

Garra fue en busca de Krugarr al planeta Lem para recuperar el Amuleto de Agamotto y así poder liderar a los Guardianes. En su furia, Garra atacó a Krugarr, hasta que éste le hizo darse cuenta de aquello en lo que se había convertido. Krugarr le mostró el nacimiento de su hijo Talogan en Asilo II, y decidió readmitirle como discípulo sí aprendía a controlar su furia animal. Tras meses de meditación, Garra volvió a ser digno de recibir el amuleto y recupero su autocontrol, pero no volvió con los Guardianes de la Galaxia cuando éstos se embarcaron en su última misión conocida.