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Zombo siente que ha llegado el momento de actuar. Planea poner en marcha su submarino tripulado por sus esclavos y hundir todas las embarcaciones que encuentre en el mar, especialmente los barcos americanos.

En las profundidades de la tierra, el Hombre Roca escucha los planes de Zombo a través de su vibragrafo y decide hacer lo que sea para detener su poderoso submarino.

Zombo detecta una pequeña embarcación japonesa y decide probar el poder destructor de su submarino. Con un torpedo destruye con facilidad el barco, así que se siente preparado para atacar a objetivos más ambiciosos. Mientras tanto, en las profundidades del suelo oceánico, el Hombre Roca empieza a abrirse paso a través de la tierra hasta llegar al fondo del mar y, con sus poderosas piernas, se propulsa hacia la superficie. Zombo ya ha encontrado un barco americano y se prepara para hundirlo y robar sus tesoros, pero el Hombre Roca ya ha alcanzado el submarino de Zombo y rompe su periscopio. Zombo sale a la cubierta para ver que ha ocurrido, pero es atacado por el Hombre Roca. Sin embargo, consigue reaccionar y usa sus poderes hipnóticos para dejar a su enemigo inconsciente, así que ordena a sus hombres hacerse cargo de él y lo lanza a la bodega. Fuera del control de Zombo, el Hombre Roca recupera el control de sí mismo y derrota a los esclavos de Zombo. Acto seguido se pone en contacto con los habitantes de Abysmia para que destruyan las cavernas bajo esa parte del océano.

Siguiendo las instrucciones de su líder, los hombres de Abysmia colocan potentes explosivos en unas cavernas concretas abiertas por la lava y regresan rápidamente a un lugar seguro mientras dejan las cargas preparadas para su explosión.

El Hombre Roca ataca a Zombo en la sala de control, pero éste se repone a su ataque y se dispone a paralizarlo de nuevo cuando se oye un tremendo ruido. Es la ola gigante causada por el maremoto que han creado los Abysmianos. El Hombro Roca saca a la cubierta al asustado Zombo y los dos salen despedidos al ser alcanzados por la ola. Zombo se dirige inexorablemente hacia los arrecifes mientras la isla se hunde y el Hombre Roca regresa a las profundidades.

Don Stevens muestra a Rusty noticias del tráfico de armas que está teniendo lugar en la frontera con México. Ya es la tercera vez que ocurre y Rusty le propone investigar el caso.

Cada noche se levanta una espesa niebla en el puente que cruza los dos estados. Esa noche el Defensor y Rusty se encuentran vigilando el lugar cuando ven cruzar un camión a través de la espesa niebla que se ha levantado de pronto. Con agilidad suben para interceptar el camión que les parece sospechoso. Al verlos llegar el conductor intenta atacarlos, pero es superado por los dos héroes. Desafortunadamente se confían y el resto de hombres que viajaba en el remolque logran derrumbarlos atacándolos por la espalda.

Atados, los dos enmascarados son conducidos hasta la base de los revolucionarios aliados con los nazis. Para obligarlos a hablar, deciden torturar a Rusty atándolo a un potro, pero con un esfuerzo sobrehumano, el Defensor logra romper sus ligaduras y ataca a los hombres a los que derrota. Ya en el exterior de la base roban dos tanques y con ellos ponen en jaque a toda la guarnición de hombres. Tras destruir el polvorín huyen de allí. Stevens descubre que la marca del armamento ha intentado borrarse, pero todavía puede leerse que ha estado fabricado por Municiones Evans.

El Defensor y Rusty se presentan en las oficinas de Evans, a quien Stevens reconoce como el agente nazi que dirigía la revolución, aunque ya no lleve peluca o el monóculo. Sin escapatoria, los dos héroes lo detienen.

Al día siguiente ven en la prensa la noticia de la detención de Evans.