Captain America vol 7

Sarah advierte a su marido Joseph Rogers que el casero va a echarlos si no pueden pagarle. El hombre se exalta enseguida y empieza a gritar a la mujer a quien termina pegando un guantazo. Sarah se levanta y le dice a su marido que el capataz le daría una oportunidad si se presenta despejado y le hace frente. Joseph está por golpearla de nuevo cuando se da cuenta de lo que está haciendo y se marcha. El pequeño Steve se abraza llorando a su madre y le pregunta porque no se ha quedado en el suelo, a lo que ella le responde que uno siempre debe levantarse.

El Caballero Verde intenta lanzar una bomba con materia vegetal microscópica pegajosa con la que pretende convertir Nueva York en un suelo fértil de vegetación, pero el Capitán América está agarrado al avión B-52 del supervillano que cae en barrena sobre la ciudad. Pese a tener la mano izquierda destrozada, Steve logra entrar en la cabina y se enfrenta a los ecoterroristas. Tras esquivar el disparo del Caballero Verde, éste impacta en su compañero que queda cubierto de ramas, prueba inefable que el Fertilizador Omega funciona. Steve logra girar los mandos de la aeronave y salta de ella llevándose al Caballero Verde y a un paracaídas consigo. Mientras caen, deja a su enemigo inconsciente y lo entrega a un policía que se encontraba por ahí y le dice que llame a los Vengadores y que lo retenga a punta de pistola mientras llegan, ya que tiene que irse. El Capitán América se reúne con Sharon Carter para festejar su propio aniversario. Carol y Steve hablan sobre el matrimonio mientras se dirigen hacia un misterioso metro que recorre una antigua línea abandonada hace ochenta años y se dirigen hacia allí para investigarlo vestidos de paisano. Un agente de SHIELD ha coseguido la contraseña para entrar, pero al llegar al andén, uno de los hombres armados que lo custodian les dicen que solo hay plaza para uno. Steve decide ir él y mientras sube se queda sumido en pensamientos sobre el matrimonio, de pronto aparecen unos grilletes de la barra del metro y lo atrapan. El tren incrementa su velocidad de forma vertiginosa y desaparece en un haz de luz al romper la barrera del sonido.

Los tripulantes del tren revelan seres monstruosos que lo apuntan con sus armas. Steve se culpa a sí mismo por haber bajado la guardia, pero de pronto sale una aguja del arnés que lo sujeta y lo deja inconsciente. Cuando recupera la consciencia se encuentra sujeto a una máquina de la que sale un tubo que le saca sangre conectado a un tanque en el que flota un niño. De pronto aparece una aguja gigante que desciente y se clava profundamente en su esternon haciendo que grite de dolor. Es Arnim Zola quien lo ha capturado prisionero. El dolor da fuerzas a Steve, que arranca las sugeciones de uno de sus brazos y con él se saca la aguja de su pecho, consiguiendo así liberarse del resto de agarres. Tras coger rápidamente su traje y su escudo que estaban a su lado, rompe el contenedor saltando por la ventana. Zola cree que ha matado al chico, décadas diseñándolo perdidas. Steve logra subir a bordo de un avión y escapa de la fortaleza de Zola. Aunque la nave se estrella, él sale ileso y lleva al niño protegido en su escudo.