Conan The Barbarian vol 1

Conan llega nadando hasta el muelle. Está malherido y tiene una flecha que sobresale clavada en su espalda. Al verlo varios trabajadores del puerto que están reparando los desperfectos de la batalla lo atacan, entre los cuales se encuentra un hombre llamado Akkif, quien logra golpear al bárbaro en la cabeza dejándolo inconsciente. En esas uno de ellos recibe un flechazo de Naram-Pyr, el comandante de la guardia real que reclama el prisionero para llevarlo a palacio. Akkif cree que hubiera sido mejor que Conan hubiera muerto, ya que ser prisionero del rey implica también serlo de Kharam-Akkad.

Conan recobra el conocimiento en las mazmorras del palacio y se sorprende de estar todavía con vida. Mientras tanto, en la parte superior Kharam-Akkad informa a la Reina Melissandra sobre la captura del joven bárbaro, que ha sido encontrado con una flecha turaniana clavada en su espalda. El Rey se une a los dos y comenta como el ejército invasor ha cesado sus hostilidades tras el intento fallido de atacar por tierra. Pese a todo Eannatum está convencido en que volverán a atacar. El médico de la corte atiende las heridas de Conan y el guardia Khurusan lo conduce hasta la presencia del monarca. Mientras están marchando, los guardias se postran ante Tarim, el Dios-Encarnado con el que se cruzan por el pasillo. Conan se sorprende de verlo, pero no se arrodilla, por lo que recibe los insultos de los guardias, pero no tienen más remedio que llevarlo los reyes. Conan reconoce a Melissandra como la doncella que encontró en el templo. Al saber que ha sido traicionado por el ejército al que pertenecía, Conan se pone a su servicio a cambio de la promesa de un caballo con el que poder desplazarse al oeste. Esa noche la reina visita a Conan y le entrega un brazalete, una amuleto para protegerlo hasta su regreso mientras cumple la misión que le han encomendado.

Las fuerzas invasoras han sitiado a la ciudad por mar y tierra. El soldado Farizam le comenta a Yezdigerd que ahora solo es cuestión de semanas para que Malakket caiga, pero a Yezdigerd le parece un tiempo excesivo para volver a enfrentarse con Conan.

Conan, Khurusan y dos soldados más pasan apenas a media milla del campamento invasor cuando son sorprendidos por dos soldados que les disparan flechas de fuego, pero Conan se arrastra hasta ellos y los mata para abrir el paso. De nuevo sobre los caballos, el grupo se aleja y no tarda mucho en alcanzar los Monolitos Negro de Xuthltan. Allí se encuentra Justin el Ermitaño Ciego y su joven hija, que estaban haciéndose cargo de los braseros sacrificiales. Justin advierte a Khurusan si sabe que noche es esta de entre todas las noches, pero el soldado parece ser consciente de lo que hace. De hecho al darse cuenta que Conan es extranjero le aconseja que se marche, pero entonces los soldados agarran a la muchacha, matan al anciano y dejan a Conan inconsciente. Cuando el bárbaro recubra el conocimiento se encuentra atado en el altar junto a la chica. Khurusan mata entonces a los soldados Yaar Ali y Akhaan para no dejar testigos de lo que va a acontecer y se dispone a iniciar los sacrificios. Tras matar a la chica la luna se tiñe de rojo y aparece una criatura monstruosa de entre los monolitos. Conan logra liberarse de las ataduras y se enfrenta al ser sapo, pero la espada no parece ser efectiva contra él. Entonces se da cuenta que los símbolos del amuleto que le entregó Melissandra se parecen a las inscripciones de los monolitos y se lo arroja a Khurusan. El soldado lo agarra como acto reflejo y en ese momento el monstruo lo ataca y lo mata. De pronto una niebla negra surge del interior del monumento y se lleva al grotesco ser. Conan lamenta la muerte de la muchacha, agarra el amuleto y lo arroja a un lado y coge el caballo y abandona ese lugar condenado.