Conan

Conan el bárbaro nació en el seno de una tribu que habitaba en el Noroeste de Cimmeria. Su abuelo era miembro de una tribu sureña que se separó de su propia gente a causa de rivalidades tribales, y tras vagabundear durante largo tiempo, se asentaron con la gente del norte. El propio Conan, nació en medio del campo de batalla, durante una batalla entre su tribu y una horda de jinetes vanires. Se desconoce cuando tuvo contacto por primera vez con el mundo civilizado, pero tuvo su bautismo de sangre a los 15 años, en la ciudad fronteriza de Venarium, localizada entre Gunderland y Cimmeria. En aquel tiempo todavía no se había desarrollado completamente pero ya medía 1,80 m y pesaba 80 kg.

Tras el sitiamiento de Venarium, volvió con su tribu y se alió durante meses con una banda de Aesires, luchando contra los Vanires y los Hiperbóreos. Capturado por los Hiperbóreos, escapó y se dirigió al sur hasta llegar a Zamora, el reino de los ladrones. Para entonces ya contaba 17 años y puesto que era un fuera de la ley por naturaleza, se encontró a gusto con su vida de ladrón profesional en Zamora y más tarde en las pequeñas ciudades-estado del oeste de este exótico reino. Entrando al servicio del Príncipe Murilo, degustó lo que significaba hacer de la lucha su profesión en uno de los innumerables estados sin nombre de la zona y, estando hastiado de su decadente vida como ladrón, decidió marcharse a recorrer el resto del mundo civilizado.

Dirigiéndose al oeste, se adentró en Corinthia, ejerciendo como soldado mercenario al servicio de uno de los múltiples generales de la época. Durante este tiempo lucho bien y aprendió mucho sobre el arte de la guerra civilizada entre los reinos hyborios. En un intermedio entre las diversas guerras en las que participó, regreso durante un breve lapso de tiempo a su Cimmeria natal, pero el ansia de aventuras lo arrastró otra vez en dirección sur. Prosperando en su profesión de soldado, finalmente llegó al reino costero de Argos, donde un encontronazo con las fuerzas de la ley lo obligó a embarcarse en un navío mercantil sureño. Frente a las costas de Kush, el barco fue abordado por corsarios negros a las ordenes de la diablesa shemita, Bêlit.

Conan se unió a su tripulación, convirtiéndose en su consorte y, durante mucho tiempo ambos asaltaron los puertos hyborios y Estigios. Durante esta etapa de su vida, Conan se granjeo el apodo de Amra, el león, que lo acompañaría en toda su vida posterior, especialmente entre la gente de color. Conan adquirió cierta familiaridad con algunos de los reinos del sur de Kush, recorriendo las rutas mercantes y de esclavos. Cuando, finalmente, Bêlit fue asesinada por los supervivientes de una antigua raza de hombres alados, Conan desembarcó en algún lugar de la Costa del sur de Kush. Bêlit había sido el amor de su vida y, probablemente, no se encontraría con ganas de embarcarse de nuevo en bastante tiempo.

Encontrándose falto de dinero tras su largo viaje a través de los reinos negros, donde su reputación le había proporcionado un buen corcel, Conan alquilo sus servicios como mercenario a los reinos occidentales, siendo ascendido a capitán al mando de Amalric el Nemedio. Amalric fue contratado para defender los intereses de Yasmela, reina regente del pequeño reino fronterizo de Khoraja. Sucedía que su hermano, el Rey Khossus, estaba prisionero del Rey Amalrus de Ophir y Strabonus de Koth, entre otros enemigos, ansiaba reabsorber a Khoraja en su imperio. Conan fue elegido para liderar la defensa de Yasmela ante un ataque por el sur, siendo este su primer contacto con la brujería de alto nivel, al tener que lidiar con el resucitado Thugra Khotan de los kushemitas. Conan ganaría la batalla y el favor de la reina, pero su orgullo le hizo rechazar ser el consorte de ninguna mujer, aunque fuera reina. Por ello abandono el reino, volviendo durante un breve periodo de tiempo a Cimmeria, manteniendo breves escaramuzas con las tribus del norte, incluyendo a sus viejos enemigos los Hiperbóreos.

La vida que Conan había llevado como corsario y mercenario había azuzado el espíritu de lucha y saqueo en su sangre y, cuando tuvo noticias de que había guerra en el sur, volvió a los reinos hyborios. Un príncipe rebelde de Koth quería derrocar a Strabonus, y Conan se alistó junto a muchos otros en el ejército rebelde. Desgraciadamente, el príncipe hizo las paces con Strabonus, convirtiendo a Conan y sus compañeros mercenarios en parados, siendo considerados prácticamente forajidos. Juntos formaron una banda que respondía al nombre de Compañeros Libres, operando en las fronteras de Koth, Zamora y Turan para acabar desplazándose a las estepas del oeste del Mar de Vilayet. Allí hallaron a una banda de rufianes, apodados los Kozakis, que llevaban establecidos allí largo tiempo. Convirtiéndose en su líder, arrasó los emplazamientos exteriores del imperio Turanio hasta que el Rey Yildiz envió un pequeño ejercito bajo las ordenes de Shah Amurath, acabando con la amenaza que representaban. Escapando, Conan decidió unirse por un tiempo a los Piratas de Vilayet pero, puesto que sus kozakis habían sido dispersados, los abandonó y busco trabajo en el oeste, en los estados fronterizos. Entre tanto, el Rey Yildiz de Turan había muerto (o quizás únicamente había sido derrocado) y su sucesor, Yezdigerd, se había embarcado en un programa imperialista, que lo convertiría en el dueño y señor del mayor imperio sobre la Tierra.

Tras algunas aventuras sin trascendencia, Conan se convirtió en capitán de la guardia real del reino fronterizo de Khauran, en el borde oriental de Koth. Taramis, reina de Khauran, había sido derrocada por su hermana hechicera, viendo Conan su vida salvada por un antiguo miembro de los Kozakis, Olgerd Vladislov, que se había convertido en jefe de la tribu de los Zuagires, tras la disolución de los Kozakis. Conan le arrebató con rapidez su puesto, hizo alzarse a los partidarios de Taramis en rebelión, y recuperó el reino, permaneciendo como líder de los Zuagires tras ello. Aproximadamente un año después, hastiado de su vida en el desierto, los abandonó y se dirigió hacia el sur, a la ciudad de Zamboula, el punto más occidental del creciente imperio de Yezdigerd. Allí, tras rescatar al sátrapa turanio, Jungir Khan, de la magia de un sacerdote de Hanuman, le robó el anillo y se dirigió hacia Ophir, donde la reina lo recuperaría por un sustancioso rescate si no encontraba mejores postores.

Si Conan llegó a Ophir y devolvió la joya o si, por el contrario, esta le fue sustraída por algún ladrón de camino allí, se desconoce. De cualquier forma, el proceso no le pudo llevar mucho tiempo. quizás, realizó otra pequeña visita a Cimmeria y luego, dirigiéndose hacia el este, tuvo conocimiento de que los kozakis habían recuperado su antigua fuerza, haciendo que la vida de Yezdigerd fuera lo más difícil posible. Presentándose ante estos sin más posesión que su espada, encontró allí a viejos conocidos que recordaban a su antiguo líder, y deshaciéndose de cualquier tipo de oposición volvió a liderarlos. Sus viejos camaradas piratas estaban de acuerdo con los kozakis y, entre ambos, habían conseguido poner al Rey Yezdigerd en una posición muy incomoda. Los esfuerzos realizados para capturarlos no dieron resultado, consiguiendo convertir a los kozakis en una banda formidable antes de decidir aventurarse a dirigir sus pasos al Sureste, a las fronteras de Vendhya. Allí, como jefe-guerrero de la tribu de los Afghuli a pie de los Himelias, molesto enormemente tanto a los vendhyanos como a los invasores de Yezdigerd, que se encontraban muy ocupados llevando a cabo la política expansionista del rey en la frontera Sureste. Allí, abortó un plan, orquestado por un grupo de hechiceros aliados con los turanios, para acabar con el Devi de Vendhya y posteriormente abandono a los Afghulis para volver con los kozakis.

En aquella época, se estaban produciendo grandes guerras en el oeste. Almuric, príncipe de Koth, se había rebelado de nuevo contra el impopular Rey Strabonus, poseyendo esta vez el suficiente respaldo como para reunir un inmenso ejercito. Conan descubrió entonces que la mayoría de los kozakis habían abandonado los asaltos y habían tomado partido por alguno de los 2 bandos. Haciendo lo propio, entro al servicio de su antiguo patrón Amalrus. El bando rebelde perdió, siendo empujados Amalrus y su ejercito hacia el sur, hasta que su huida a través de Shem y Stigia fue detenida en los prados de Kush. Allí fueron derrotados por una coalición de fuerzas estigias y negras en el límite del desierto del sur. Escapando con Natala, un Brythunio, Conan se dirigió al desierto, y tras un breve encontronazo con la magia en la ciudad olvidada de Xuthal, alcanzó las praderas de los Reinos Negros, donde era de sobra conocido. Dirigiéndose hacia la costa, fue capturado por piratas de Baracha y volvió a hacerse a la mar.

Durante una buena temporada, Conan entro a formar parte de los Pirata de Baracha, pero la organización de las diversas bandas era errática, y Conan no disponía de apenas oportunidades de alcanzar un puesto de mando, a pesar de sus antecedentes. Finalmente , sería recogido por un bucanero de Zingara, Zaporavo, al que destituyó rápidamente, apoderándose de la compañera del bucanero, Sancha, de su barco y su tripulación, emprendiendo un largo viaje hacia el Sudeste. Tras haber tenido un desagradable encuentro con la magia negra en una isla de nombre desconocido, Conan se dedico durante una temporada de manera exitosa al oficio de bucanero, hasta que otros barcos de Zingara lo expulsaron de las costas de Shem, viéndose obligado a volver a tierra firme.

Oyendo rumores de la existencia de guerras en las fronteras de Stigia, Conan se unió a los Compañeros Libres, un nombre genérico para compañías mercenarias, al mando de Zarallo. Enviado al puesto de Sukhmet, en la frontera entre Stigia y Darfar, se hastió de verse rodeado de hombres y mujeres de color y cuando Valeria, una mujer pirata que se había unido a la hermandad, abandono el campamento dirigiéndose al sur, Conan se adentró con ella en los reinos negros, muy al sur de Stigia y Kush. Allí, otro encuentro con una raza perdida de la ciudad de la jungla Xuchotl lo dejo abandonado en medio del desierto, cuando se dirigía rumbo oeste hacía los reinos en los que Conan era de sobra conocido.

De alguna manera Conan se separó de Valeria y teniendo conocimiento de la existencia de los fabulosos Dientes de Gwahlur, unas legendarias joyas escondidas en algún lugar de Keshan, se alistó como adiestrador en los ejércitos de Keshan. Tras hallar y perder las joyas, se desplazó al reino vecino de Punt para comprobar cuanto se podía conseguir con simples estafas. De allí se dirigió a los centros comerciales de Zembabwe y, a través de diversas caravanas, en dirección norte para llegar a Turan y los reinos hyborios.

Tras realizar otro viaje a su Cimmeria nativa, Conan se alistó como explorador en Conajohara, ubicada en la frontera de Aquilonia, donde se estaba fraguando una feroz guerra con los Pictos. Numedides de Aquilonia era una pobre parodia de rey y, cuando los barones de las fronteras se rebelaron contra sus injusticias y su manejo de las guerras contra los Pictos, Conan aprovecho la ocasión, matando a Numedides en su trono y ocupando su puesto como rey de Aquilonia.

La vida de Conan como rey de Aquilonia no fue un lecho de rosas. Su primer problema de importancia fue una guerra civil, que tenía como fin instalar a un rey aquilonio en el trono. A continuación, tuvo que enfrentarse a una conjura entre Strabonus de Koth y Amalrus de Ophir, que acabó con la vida de ambos. Durante todas estas batallas para permanecer en el trono, el conde Trocero de Poitain y su general, Prospero, permanecieron fieles a él. La mayor amenaza a su reino tuvo lugar cuando Nemedia finalmente consiguió deponerlo por un tiempo, pero Conan se sobrepuso a la hostil hechicería utilizada contra él, recuperando su reino y la lealtad de su pueblo. De ahí en adelante, contando con el apoyo de los más importantes barones, liderados por Trocero, su vida como rey de Aquilonia fue relativamente tranquila. Hubo más guerras, tanto para defenderse de invasores como para invadir otras tierras, como un enfrentamiento con Turan, al volverse la rivalidad entre los 2 imperios más y más grandes. A parte de eso, durante su reinado Conan visitó a menudo los confines más lejanos del Mundo como pueden ser Khitai, Hyrkania, regiones más lejanas e incluso un continente sin nombre en el hemisferio occidental. En la época de la Guerra Nemedia, no tenía herederos pero se sabe que finalmente se emparejo con una mujer llamada Zenobia que le concedió descendencia. Cuanto amplió los límites de Aquilonia o donde acabó sus días, es una incógnita.