Castillo Real de Conan

El castillo del Rey Conan era una morada fortificada, rodeada por gruesos muros y almenas patrulladas por arqueros bossonios y vigías, armados con alabardas y espadas, que divisaban cualquier acercamiento a varias millas de distancia. Una barbacana, un pequeño fuerte o casa-portal exterior, conducía a un puente levadizo sobre un foso. Cruzando el puente, este nos llevaba al portal interior defendido por dobles puertas remachadas en hierro. Más allá de esas puertas, quedaba el distrito exterior o cancela, una inmensa zona abierta donde se podía encontrar las habitaciones de los sirvientes, los establos, las halconerías, pozos, palomares, almiares, forjas, un estanque de peces, pastos para ovejas, y árboles frutales.

Un muro interior rodeaba el torreón, la parte más protegida del castillo, albergando las habitaciones de la familia real. Un portal en dicha muralla interior conducía al propio torreón a través de un camino interior. A lo largo de este camino se hallaban las cocinas, y los hornos destinados a la cocción de pan, así como los jardines privados. En el torreón propiamente dicho se hallaban los aposentos reales, una capilla dedicada a Mitra, habitaciones para tejer y bordar, salas de audiencia, la sala del trono, un gran salón para la celebración de festines, mazmorras, almacenes y bodegas. Rodeando el castillo se hallaba la mesnada del rey, un bosque privado y unas tierras llenas de osos, lobos, ovejas, y flora salvaje pertenecientes en su totalidad al rey.