Hana Yanowa

Durante más de 800 años, la orden de Shosei y sus sacerdotisas Miko protegieron Japón de todas las amenazas mágicas que pudiesen atacarlo. En el siglo XIX, nacieron Mana y Hana, dos gemelas destinadas a luchar entre ellas por el liderazgo de la orden. Finalmente, fue Mana quien consiguió este honor.

Resentida, Hana abandonó la orden y dedicó sus estudios a artes místicas oscuras y prohibidas. Tiempo después, regresaría a la orden, pretendiendo asumir su control mediante sus nuevos conocimientos. Cuando se desencadenó la lucha entre hermanas, Hana invocó un poder que fue incapaz de controlar, el demonio Ryuki. Semi-poseída por Ryuki, Hana despertó cadáveres para asesinar inocentes, y así permitir la entrada del demonio al plano mortal. Sin embargo, su hermana consiguió aprisionar el alma de Ryuki en su collar (la marca de Mana), aunque aprisionándose a sí misma y a Hana en el proceso.

Durante siglos, los seguidores de Ashurado (el cuarto nivel del infierno donde residía Ryuki) velaron por el cuerpo de Hana. Cuando por unas azarosas circunstancias, la marca de Mana entró de nuevo en contacto con su dueña, tanto Mana como Hana y Ryuki volvieron a la vida.

Viajando hasta Miau-Zuka, Hana y Ryuki resucitaron de nuevo a los Shinsengumi, once brutales y traicioneros samurais. Sin embargo, Lobezno acabó con ellos fácilmente. Hana transmitió entonces un mensaje a Logan: la lucha cesaría si Mana les entregaba la espada de sangre, una ancestral espada de los Shosei que contenía parte del alma de todas las anteriores sumas sacerdotisas de la orden. En una dura batalla en el puente de los Seis Reinos, Hana obtendría la espada de manos de Logan, a cambio de la vida de su amiga Yukio y su hija adoptiva Amiko. Sin embargo, aún debió enfrentarse en fiero combate místico contra su hermana Mana; distraída por la lucha, no pudo impedir que Lobezno atacase con garras de oro a Ryuki, rompiendo el vínculo entre ambas. Debilitada, Hana murió entonces a manos de su hermana.