Darkhold: Pages from the Book of Sins

Mr. Li sostiene dolorosamente una complicada posición mientras está siendo apuntado por múltiples puntos de mira láser. Los Darkholders lo están castigando por su fracaso en Roma con su tropa de ninjas. El líder de la secta quiere ganarse así la bendición de Ch'thon para su siguiente ataque contra Victoria. Ha acelerado sus planes por la reciente aparición de Diabolique. Además tiene a un operativo muy cerca de ella que la golpeará cuando menos se lo espere.

Sam llama a su jefe DeGuzman para pedirle que active una alerta prioritaria para advertir al público de la existencia del Enano y las peligrosas cartas, pero su jefe le responde que esa medida solo se usa para los casos más extremos, pero se lo va a pensar. Louise y Victoria se cogen bien la noticia y esperan que el plan de Sam funcione. La azafata del avión resulta ser Caprice, la hija de Louise. No es casual que se encuentren, ya que Louise escogió este vuelo precisamente para verla. Pero su hija no se lo toma bien. Enfurecida Caprice se aleja con el carrito de las bebidas y se cruza con Frank, otro azafato. En un asiento está Sarrah Roberts una mujer que intenta ligar con Frank, pero no es muy hábil y solo se le ocurre un "no hemos llegado todavía". Azorada Sarrah se levanta del asiento y se va al baño pero choca con un robusto hombre al que le parece sentir una pistola bajo su chaqueta. De pronto Victoria se encuentra mal y presiente que en ese mismo avión hay una página del Darkhold. En efecto, Sarrah se encuentra con el Enano en el baño quien le entrega un sobre y desaparece. Sarrah lo abre y lo lee y se manifiesta el Otro quien le concede su deseo de poder acercarse a Frank sin miedo. La mujer sale transformada de femme fatale, pero al acercarse al asistente de vuelo de su interior sale una criatura monstruosa que lo ataca y ella cae al suelo. Caprice oye el grito de su compañero y acude a ver que ocurre y lo encuentra en el suelo, así que llama a un médico. Victoria va a ayudarla pero otro hombre se levanta y saca una pistola y dispara contra Victoria.

Samantha odia a sus padres por gastar una fortuna investigando lo sobrenatural con el dinero que ella considera que le pertenece. La chica está en una barca que la pasea por los jardines, pero al mirar al agua ve un sobre negro con su nombre en él escrito y lo agarra. Bajo el agua el Enano sonríe.

Los disparos son bloqueados por la página del Darkhold, que es indestructible. Sam salta sobre el terrorista para detenerlo. Mientras uno de los pasajeros grita es voz alta que desearía estar en su casa de Iowa. En efecto, la monstruosa criatura cumple su deseo arrojándolo violentamente por la puerta del avión y estrellando su cuerpo en su casa. Inmediatamente se produce la descompresión de la cabina. Barb le dice a su esposo Herbert que desearía que esa criatura se fuera, el ser agarra a Herbert y desaparece con él. El terrorista dispara y hiere a Sam en la cabeza. Entonces el hombre con el que había chocado Sarrah resulta ser un agente de seguridad y saca su arma, pero el terrorista dispara y lo mata y alcanza también a Caprice. Pese a estar herido Sam se ha dado cuenta como funciona y desea que el terrorista muera. En efecto el ser de los deseos lo agarra y lo lanza al vacío. Un chico dice que desearía que esto no hubiera ocurrido, pero Sam le tapa la boca advirtiéndole que es demasiado vago. Victoria intenta atender a Caprice, pero la herida es demasiado grave. Caprice le hace prometer a su madre que se ocupará de su nieto Will. El chico vuelve a intentarlo y esta vez desea que no hayan más deseos, pero la criatura mata a los pilotos. Sin gente, ya no habrán más deseos. Sam entonces desea que no se hayan recitado las palabras del Darkhold. Esta vez la bestia, al concederle el deseo desaparece. Sam sale corriendo a la cabina y logra hacer aterrizar el aparato. Pero Caprice ha muerto. Ya en el aeropuerto Sam llama de nuevo a DeGuzman quien le pregunta si su misión está comprometida mientras toca su máscara roja de líder de los Darkholders. Pero Sam le contesta que las mujeres no sospechan nada.