Conan el Bárbaro
CTB 19
Conan y Fafnir han sido contratados como mercenarios a bordo de un barco de guerra del Rey Yildiz de Turan. Cuando Conan se burla del ídolo de madera de Turim, Balthaz lo ataca y sin avisar y Conan lo arroja por la borda del barco. Un grupo de tiburones se acercan nadando hacia el hombre, pero un arquero dispara sobre el lomo de uno de ellos y otro marino lo iza del agua antes de que sufra daño alguno.
Príncipe Yezdigerd le explica a Conan y Fafnir la historia del robo de Tarim. Los bárbaros no parecen impresionados por el rapto del dios y enfurecen al Príncipe, pero le hacen falta gran cantidad de guerreros para la batalla que se acerca y lo deja estar.
Los barcos turanianos llegan hasta las murallas de Makkalet. Todo se ve en calma y a Conan no le gusta nada. En efecto, cuando se aproximan al puerto empiezan a llover flechas y bolas de fuego. Conan busca un escudo con el que protegerse. Cuando se lo pide a un soldado y este se niega, varias flechas lo atraviesan y Conan lo agarra mientras cae.
El rey mira desde lo alto como las tropas invasoras están acercándose a palacio y le pide a Kharam-Akkad que repela el ataque sin hacer uso de demonios. El mago accede y se retira. Desde lo alto de una terraza ordena al capitán a coger a sus mejores hombres y enfrentarse a los atacantes. El soldado cree que es un suicidio, pero no se atreve a contradecirlo. Usando su magia duplica a los guerreros con imágenes esqueléticas que causan estragos en los atacantes. Balthaz ordena a Fafnir coger a dos hombres y atacar el palacio mientras el resto hace frente a los demonios. El bárbaro intenta oponerse a lo que considera un plan suicida, pero Balthaz insiste. En efecto, mientras está escalando el muro Fafnir es alcanzado por una flecha incandescente en el brazo. Conan lo ve y acude en su ayuda. Trepa el muro y le saca la saeta clavada. Desde la altura se da cuenta que los guerreros son imágenes y que el capitán de la guardia enemigo lleva un extraño amuleto del cuello. Así que desciende de nuevo y lo mata. Al hacerlo los esqueletos se desvanecen, pero las grandes pérdidas sufridas obligan a los atacantes a retirarse. Mientras todo estoy ocurría, Fafnir se ha caído desde lo alto del muro.