David Eschol

David Eschol compaginaba sus estudios en la Escuela Yeshiva con su trabajo de anticuario en una tienda de empeños en Londres. Junto a él se encontraba su padre, Joshua, un investigador de lo oculto, que le ayudaba en las tareas del establecimiento. Un día, Joshua informó a su hijo que el trabajo de su vida había sido finalmente completado: había logrado reunir las tres partes de la Quimera, una estatuilla milenaria cuyo poder aparentaba ser inimaginable. Sin embargo, justo en el momento en que se disponía a ensamblar las tres partes de la figurilla, padre e hijo fueron asaltados por los esbirros del Doctor Sol, que también la buscaba para satisfacer sus propias metas. Durante el asalto, Joshua dejó a su hijo la cola de la Quimera, que éste conservó. A partir de entonces, buscaría el resto de la estatua para vengar la muerte de su padre.

A esta búsqueda se sumó también Drácula, que llegó tarde a la tienda de Eschol, tan sólo para encontrar el cadáver del padre de éste. Así pues, decidió enviar a su sirviente, Shiela Whittier, para que se acercase a David y así poder conseguir localizar el resto de las partes.

David y Shiela fueron a ver a la comadrona de la madre de éste, una anciana llamada Lydia que, según decían, lo sabía todo. Lydia puso a Eschol y Shiela (y, por tanto, también a Drácula) al corriente del origen de la Quimera, advirtiéndole que un objeto de tal poder no debía caer jamás en malas manos. Fue esto lo que hizo dudar a Shiela acerca de la lealtad que sentía hacia su amo.

Entretanto, el Señor de los Vampiros se dedicaba a seguir el rastro de los secuaces de Sol metiéndose, sin saberlo, en una trampa de éste: fue encerrado en una sala hermética de la que empezaba a caer agua bendita. Sin embargo, Drácula logró escapar, aunque no sin resultar herido. Finalmente, logró reunirse en Londres con su sirvienta y con Eschol, haciéndose pasar por "el superior de Shiela en el museo donde ella trabaja". Tras una breve conversación, pidió al joven que le entregase la cola de la Quimera. Al recibirla, Drácula usó su poder para incendiar una casa cercana por pura diversión, y luego arreglar toda la destrucción como si nada hubiese sucedido.

Revelando su verdadera identidad, Drácula levantó un ejército de no-muertos del cementerio de Highgate para buscar las partes que faltaban de la estatuilla. Ante este descubrimiento, David se enfrentó valientemente al Señor de los Vampiros con la única ayuda de su Estrella de David, que logró repeler a su enemigo con la misma eficacia que la cruz cristiana. Sin embargo, esto no fue bastante, ya que Drácula confundió a Eschol con una breve charla, que usó para distraerle justo antes de lanzar un fiero ataque sobre él. En ese momento, David pegó la estrella a la cara del Vampiro, causándole un terrible dolor. En ese momento, la pelea fue interrumpida por los esbirros del Doctor Sol, que entraron en escena para llevarse la cola de la Quimera.

Una vez en el cúbil de Sol, el grupo formado por Drácula, David y Shiela encontró finalmente las otras dos partes de la legendaria estatuilla. El Señor de los Vampiros fue amarrado con ajo en sus ataduras y torturado por Mae Li, la sirviente del Doctor Sol. Sol, por su parte, usó el resto de la estatua para manipular las emociones de Shiela, que comenzó a atacar a David. En un momento de delirio, éste vio a su padre volver del mundo de los muertos y reirse de él. La torturas mentales se prolongaron durante algunos instantes sobre los tres buscadores de la Quimera, hasta que dejaron de hacer efecto sobre Drácula, que en un ataque de ira se soltó de sus ataduras y eliminó a los esbirros del Doctor Sol. Una vez liberó a Shiela y David, tomó posesión de la Quimera, pero fue Shiela quien se la arrebató de las manos para estrellarla contra la pared. Aunque David en un principio le reprochó haber hecho esto casi tanto como Drácula, al final se marchó con ella, abandonando al Señor de los Vampiros.

Poco tiempo después, David y Shiela iniciaron una relación, que se encontraba ensombrecida por la sombra del Vampiro. David se decidía a matar a Drácula en la cripta que éste tenía en su castillo cuando el Vampiro se despertó y le atacó salvajemente. Tras una breve lucha, David Eschol murió, y su cadáver fue empleado por Drácula para mostrar a Shiela que no existía escapatoria de él.