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Hércules intenta sostener el peso del edificio, pero sus rodillas flaquean y cae al suelo. Entonces se percata que hay una rejilla en el suelo y usando su espada logra abrirse paso hasta el túnel del metro que hay debajo suyo. Mientras tanto, el Duende persigue a Rhea por apoyar la decisión de George de mantener su local y no venderlo a Kingpin. El Duende le arroja varias cuchillas sin alcanzarla, pero cuando va a lanzarle una bomba-duende, Hércules la hace estallar disparádole con su arco. El Duende lo ataca entonces con su espada llameante, pero Hércules se defiende con el Escudo de Perseo y se la rompe. Al ver que va en serio, el Duende retransmite la pelea a través de la web del Daily Bugle para evitar que Hércules lo mate. Finalmente logra cortarle las alas y aprovecha la cámara para lanzar un discurso en contra de los Halcones de Guerra y proclama poner a Brooklyn bajo su protección. Hércules interroga al Duende quien le confiesa que todo esto no tiene relación alguna con la banda callejera, si no con el restaurante y que Helene está ayudando a Kingpin. Hércules lleva al Duende al restaurante y la chica confiesa que solo quería regresar a su país. George intenta asimilar que su propia hija le haya estado haciendo eso. En ese momento entra Kingpin quien asegura que no hará ninguna oferta más por el local y le insta a que termine con los Halcones de Guerra proporcionándole la dirección de su templo principal. Le asegura que el interés es mutuo para terminar con ellos, ya que el caos que generan también va mal para sus negocios. Cuando se marcha con el Duende, le dice que hace tiempo que ha entendido a la gente, a las masas les encanta erigir mitos, pero sobre todo lo que les gusta es verlos caer.

Helene se ha dirigido hasta la guarida de los Halcones de Guerra, donde ofrece su ayuda para derrotar a Hércules. Los acólitos de Ares la conducen hasta el sumo sacerdote, que no es otro que Kyknos, el hijo de Ares, quien cree que únicamente a través del conflicto se puede salvar el mundo pecaminoso en el que viven.