Virako

Nacido hace más de 20.000 años, Virako es un eterno, una rama evolucionada de la humanidad creada por los experimentos de los Celestiales, culpables también de crear a sus enemigos naturales, los monstruosos Desviantes. Alrededor del año 18500 a. C., la Segunda Hueste de los Celestiales volvió a la Tierra. Mientras se encontraban en nuestro planeta, castigaron a uno de sus miembros, liberando sus energías de la armadura que las contenía. Mientras este "Celestial Durmiente" en estado inanimado era enterrado profundamente bajo tierra, Virako y su hermano, Valkin, construyeron una instalación en el Ártico, La Pirámide de los Cuatro Vientos, para enterrar el arma que había separado al celestial de su esencia cósmica. Poco después del año 3000 a. C., Virako se convertiría aparentemente en el Primer Eterno, líder de los Eternos Terrestres, reemplazando a Zuras por razones desconocidas. Sin embargo, presumiblemente tras haber devuelto el poder a Zuras, cuando la mayor parte de los Eternos decidió asentarse en la nueva ciudad de Zuras, Olimpia, Virako decidió establecerse en otra de las ciudades de los Eternos, Polaria, ubicado en lo que llegaría a ser conocido como Siberia. Los Eternos de Polaria no tuvieron a partir de ese momento apenas contacto con sus compañeros de Olimpia pues, siglos después de que Zuras y sus Eternos establecieran relaciones amigables con los Dioses del Olimpo, Virako y los suyos continuaban creyendo que estos eran meramente seres mitológicos.

Virako se preparó para el futuro retorno de los Celestiales haciendo avanzar las civilizaciones humanas. Hace aproximadamente mil años, cuando los Eternos de Polaria sintieron que la llegada de la Tercera Hueste de los Celestiales era inminente, Virako Y Valkin condujeron una expedición formada por una veintena de poderosos Eternos al continente que llegaría as ser conocido como "las Américas" y construyeron una ciudad en el lugar que se convertiría en Perú. Mientras se preparaban para viajar en dirección norte y comenzar su trabajo de misioneros, Thor (el Dios del Trueno asgardiano) entraría en la región, aventurándose más lejos de lo habitual en sus anteriores viajes, tras una disputa con su padre, Odín. Virako y sus compañeros decidieron investigar, sintiendo curiosidad por el recién llegado y, a pesar de que Virako se sentía intrigado por el hecho de que algunos de los dioses humanos realmente existieran, le inquieto el hecho de que Thor hubiera entrado en la legendaria prisión que contenía, cerca de allí, al poderoso Desviante mutado Dromedan. Mientras Thor acompañaba a la expedición de Virako hacia el norte, el traicionero sobrino de este liberó a Dromedan, creyendo arrogantemente que podría controlarlo. Dromedan conquisto a los nativos y llamó a otros mutados para que lo sirvieran. El grupo de Virako instruyó a los ancestros de los Incas, que lo tomaron por su dios Quetzalcoatl, para después repetir el proceso en su viaje hacia el sur con los Mayas, que tomaron a Virako por su deidad Kukulcan, mostrándoles como construir pirámides. Cuando finalmente volvieron a su ciudad de origen, Dromedan los atacó, sorprendiendo a Thor, Virako, Valkin y Ajak. A continuación, el cuarteto sería atacado por los lugartenientes de Dromedan, Tutinax el Movedor de Montañas y Trueno, un mutado que había suplantado la identidad de Catequil (el dios inca del trueno), pero consiguieron derrotarlos. Dromedan entonces decidiría liberar al Gusano Devora-Mundos, un arma viviente diseñada por los Desviantes que crecía rápidamente y era capaz de tragarse montañas. Conscientes de que los Desviantes no dominaban la energía atómica, y que, por lo tanto, el Gusano no sería inmune a este tipo de energía, Virako se expondría a una dosis letal de la energía nuclear de los reactores de su nave, volando a continuación hasta el interior de la criatura y explotando, acabando así con este y esparciendo sus propios átomos. Sus compañeros, por su parte, derrotaron rápidamente a Dromedan, y los pre-incas honraron la memoria de Virako, aunque lo identificaron erróneamente con su dios supremo, Viracocha {T@ 9}.

En años más recientes, el mutante Apocalipsis, consciente de que los eternos podían interferir con sus planes, decidió iniciar una guerra entre los Desviantes y los humanos para mantenerlos ocupados, controlando remotamente el submarino USS Daring para disparar misiles contra la Lemuria Desviante. La liberación de energía resultante comenzó a reensamblar los dispersos átomos de Virako. Al detectar este hecho, el eterno Phastos decidió completar el proceso. Una vez revivido, Virako se enteraría de que su hijo, Ikaris, se había convertido en el Primer Eterno tras la muerte de Zuras, pero cuando los otros Eternos decidieron ayudar a los Desviantes en lugar de intentar revivir a otros Eternos asesinados, Virako se marcho enfurecido. Los otros Eternos finalmente conseguirían dar al traste con los planes de Apocalipsis. Algún tiempo después, el eterno Duende utilizo las energías del Celestial Durmiente para volver a encarnar temporalmente a todos los Eternos, incluyendo a aquellos que habían muerto como simples humanos. Con los Eternos recuperando sus formas inmortales uno tras otro, Virako entró a formar parte del circulo interno regente de Zuras y más tarde se unió a sus compañeros Eternos para formar una Uni-Mente liderada por Ikaris, utilizando el poder del Celestial Durmiente para impedir a la Horda que destruyera la Tierra.